Un abuelo alemán anhela la habitación de su hija, no para ella, sino para su niñera de 18 años.Sus ojos lujuriosos se le quedan en el culo prieto y las tetas paraditas.Mientras se acerca, ella se queda intrigada, sus paredes se desmoronan, y sucumbe, dispuesta a experimentar su primer sabor de placer prohibido.